domingo, 9 de agosto de 2009

La extraña aventura de Águeda Ivanova - La historia de la bruja Ekaterina - Capítulo 13

Sentados los tres en la plazoleta y pensando ya en volver a casa, apareció en una de las esquinas que daban al lugar una mujer ya anciana que caminaba sujeta a un viejo palo de madera que hacía las veces de bastón.
- Vaya - dijo la anciana - ¿lleváis mucho tiempo ahí? Esta bola mía… ya no funciona como antes. Me temo que tendré que cambiarla de una vez. Hola Águeda, soy Ekaterina, la bruja del pueblo, y he venido a hablarte de tu padre.
- Pero… ¿estaba usted en el bar? - dijo Heracles - ¿y cómo sabe que preguntábamos por su padre?
- ¡Jajajaja! - la anciana rió como una cría - ¿yo en el bar? ¡Esos bobos puritanos jamás hablan con brujos, magos o cualquier ser que tenga algo de mágico en su alma! Lo que yo no me explico es cómo habéis salido enteros de allí habiendo llevado un diablillo y después de preguntar por Sergey… Supongo que nos desprecian tanto por puro temor.
- Entonces - comentaba Águeda - ¿usted puede hablarnos de mi padre?
- Claro, joven. Yo le conocía - a la vieja Ekaterina se le llenaron los ojos de nostalgia.- Pero será mejor que vayamos a mi casa, aquí nos vamos a helar, y os contaré allí todo lo que sé de Sergey.

La casa de la vieja bruja era un lugar de nueva construcción; tenía una bonita fachada de pieda con una ventana con el alféizar de maderra lleno de flores. Una pequeña puerta daba paso a un interior cálido y acogedor. En las paredes de la pequeña entradira había colgados muchos marcos con retratos a color de niños en brazos de sus padres, había una pequeña mesa con un jarrón lleno de orquídeas blancas y el suelo estaba cubierto por una alfombra mullida.
En la sala, una gran chimenea calentaba toda la casa. Sobre la mesa una bola de cristal estallada por varios lados a causa de alguna caída, un viejo cuaderno con notas en una tinta de color azul turquesa y una bombonera de plata y cristal llena de pequeñas bolas negras como el regaliz que parecían que se disolverían en cualquier momento.
- Sentaos al fuego - dijo Ekaterina - yo voy a calentar un poco de agua para hacer un té de regaliz; es una invención mía, seguro que os gusta.

- ¡Mmmmm…! Está delicioso, Ekaterina – Águeda se había llenado su vaso de té varias veces con agua y había disuelto en ella las pequeñas bolas de la bombonera.
- Me alegra que te guste.
- Ekaterina, - Águeda se puso seria de repente - ¿qué sabes tu de mi padre?
- Hija… tu padre era muy bien amigo mío… Era una bellísima persona.
>> Nadie sabe dónde nació, ni quién le crió, ni cómo creció. Lo únio que sabemos es que él vivió en el bosque y que poseía una extraña magia; no una magia como la mía, sino una mucho más poderosa y fuerte, una magia que le llevó a ser quien fue.
>> Él adoraba vivir en el bosque; le gustaba salir a pasear alrededor de los árboles, quedarse dormido en alguna cueva llena de hierbas, beber el agua fresca del río y sentirse abrazado por la oscuridad en la noche. Era muy feliz allí, y aunque vivía en una casa rodeada de árboles y matorrales su lugar preferido era un calvero en el que podía observar la luna y las estrellas con claridad; él decía que nació allí, que era hijo de todo lo que allí se reunía.
>> Al contrario de lo que te dirían muchas personas de por aquí, tu padre era una buena persona. Nunca hizo daño a nadie, ni rechazaba a los demás, ni siquiera a aquéllos que le inslutaban y maldecían sin descanso.
>> Como ya te he dicho, vivía en el bosque y casi nunca visitaba la aldea. Venía cuando se cansaba de su soledad o necesitaba el abrazo de unas piernas. Volvía locas a todas las muejeres que venían por aquí; supongo que tú eres el fruto del amor que alguna turista y tu padre se tuvieron por unas horas.- ¿Conociste tú a mi madre? - pregunto Águeda.
- Pues no lo sé; Sergey tuvo muchas amantes a lo largo de su vida. Supongo que vería a tu madre con él en alguna ocasión.
- Ah… - Águeda parecía decepcionada; no le gustaba imaginar que era fruto de una noche loca de sexo. Ella quería ser el resultado de dos personas que se querían realmente.- ¿Y cómo desapareció mi padre?
- Fue algo espantoso. El había venido al pueblo y yo había estado con el un rato; habíamos tomado té y hablado, luego se marchó al bosque.
>> Yo lo vi todo en mi bola. En la pequeña cabaña había gente esperando a tu padre, yo ni les veía ni les oía, pero Sergey parecía alterado y no hacía más que decir que él no hacía magia, que él tenía lo que quería porque se lo daba el bosque.
>> Vi a tu padre salir de la casa entre rayos, truenos y una intensa lluvia que vino de la nada; se dirigía al calvero como un loco, y allí habló solo, habló con su mente, supongo, y allí desapareció. Sin más, se esfumó de la tierra de la que el decía que había nacido.
>> Yo no oí que le dijeron esos visitantes, pero fuera lo que fuera le hizo daño, un daño que no soporto y que hizo que se esfumara.

Continuará...

6 comentarios:

X dijo...

Bien, con esto volvemos al inicio de la historia. Me gusta la idea de que Águeda sea hija de una noche loca jajaja, pero casi seguro que no. :P

Farfalla Dimora dijo...

Jajaja, pues si X, hemos vuelto al principio...
Una cosilla... estáte atento a los próximos capítulos que pronto aparecerá tu personaje (¿no habrás pensado que se me había olvidado, no?)
Ya se verá de qué es fruto Águeda.
Un beso

Pluma de fuego dijo...

Mmm al final resultó que Sergey era un romántico de las pequeñas cosas...
Cada vez me gustan menos la Organización...mmm... seguirémos a la espera. Por cierto muy bueno

Farfalla Dimora dijo...

Pues sí Pluma de fuego, alquien que amaba lo que realmente le hacía feliz.
La Organización... pues no sé que pasará... ya iremos viendo.
Un beso

PD: no tan bueno ;)

Pluma de fuego dijo...

Que si mujer, que me ha gustado mucho los detalles de todo. Por cierto, esto si que si, supongo que te habrás dado cuenta que escribir enseña mucho también...pues no vuelvas para atrás al primer capítulo porque si no lo querrás mejorar, es lo que me pasó a mí, o tal vez es que yo soy un poco exigente. Si leyeses Plumas como lo empecé y ahora verías la gran diferencia. Besos, y nuevamente solo es un comentario jeje. El día que te tenga que decir algo, que no me gusta te lo diré, y no hace falta decir que espero d tí lo mismo. un besazo

Farfalla Dimora dijo...

Jajajaja justamente Pluma de fuego, hablando con "anonimus" cuando le pasé el capítulo le dije que no me gustaba algo, y lo que no me gustaba no podía cambiarlo, porque era algo de capítulos anteriores. Intentaré no volver hacia a atrás... porque me deprime que se me ocurran otras alternativas que me parecen mejores de las que he escrito ya.
Tranquilo que tus comentarios siempre me los tomo a bien, y me siento realmente alagada de que te intereses en leer "relatillos infantiles" escribiendo como escribes...
Y las críticas aquí son bienvenidas :D, no hay nada mejor para mejorar.
Me alegra mucho que te guste.
Un beso