lunes, 29 de junio de 2009

La extraña aventura de Águeda Ivanova - La visita esperada - Capítulo 5

29 de Febrero. Fuera llovía a cántaros, como si se fuera a caer el cielo de repente, y hacía un frío tan frío que parecía que las viejas puertas de la casa de Águeda se estremecieran a cada racha de viento.

Adentro, sentados en el sofá cubiertos con una enorme manta a cuadros y comiendo pipas como si les fuera la vida en ello, Heracles y Águeda esperaban aquélla fecha tan rara que el viejo buzón del cuadro había largado por su boca unos días antes.
Hablaban como dos viejos amigos, del trabajo, del próximo estreno en el cine del barrio o de la exposición de Evaristo Padrón, artista abstracto amigo de Heracles.
Parecía que nada pasaba, pero a cada 30 segundos ambos miraban el viejo reloj de pared colgado al otro extremo de la sala. Parecía que estaban sincronizados.

A las 23:57h la animada conversación cesó. De repente ambos se quedaron mudos esperando a que, de un momento a otro, algo muy ruidoso, con humo y música tenebrosa apareciera delante de sus narices.
Pero no ocurrió nada...
Las 00:01h del 1 de Marzo y no había sucedido nada.
Se rieron de sí mismos, y de la cara de terror que se les había quedado a ambos. Era esa risa nerviosa que no puedes parar aunque pongas todo tu empeño.

- Debe de ser un chiste muy divertido, espero que me lo puedas contar Águeda - una extraña voz venía desde la entrada.- ¿No vas a venir a recibirme?

Heracles miró a Águeda, los dos estaban tan pálidos que podrían haberlos confundido con muertos. Agarrados de las manos y andando todo lo despacio que los nervios les permitía, se dirigieron a la entrada para ver quién era la desconocida que se había presentado en la casa.

- Aquí hace un tiempo de perros, ¿eh? Jamás hubiera dicho que podría llover en pleno mes de Febrero - esa voz no paraba de hablar - Por cierto, debes disculparnos, pusimos la fecha y la hora de la OMCPS, algo diferente a la de aquí... espero que no te causara molestia.

Al llegar a la marco de la puerta que separaba la sala de estar con la entrada Águeda cerró los ojos tan fuerte tan fuerte que empezó a ver luces de colores.
No notó nada, ni siquiera a Heracles quedarse paralizado de repente.

- Perdona por haber paralizado a tu amigo, pero está prohibido que las personas no-mágicas vean o hablen con miembros de la OMCPS.

Águeda empezó a andar sin querer hacerlo, miró a la estatua de su amigo y luego dirigió la vista hacia el punto donde creía que estaría la dueña de aquella voz... pero no vio a nadie.
Bajo la vista al suelo y distinguió a una extraña criatura parecida a uno de esos elfos que salían ilustrados en los cuentos infantiles.

- ¿Ni siquiera me vas a saludar? - A Salvia, la Elfo del Poder, se le estaba agotando la paciencia.

Continuará...

viernes, 26 de junio de 2009

La extraña aventura de Águeda Ivanova - El cuadro parlanchín - Capítulo 4

- ¿Heracles? ¿Dónde estás? Necesito que vengas, ha pasado algo... muy raro. No tardes, te espero.- Águeda estaba blanca como la pared... nunca había visto hablar un cuadro... y si, en el hipotético caso de que los cuadros hablaran. ¿no tendrían que tener personas dentro?

La casa de Águeda era un aunténtico museo. La había heredado de su madre, una especie de descubridora de nuevos pintores, fotógrafos y escultores. Estaba llena de cuadros con garabatos infantiles, esculturas de cerámica y hierro y fotografías de cosas normales.
Tenía casi todas aquellas obras guardadas en el sóatano de la casa, la mayoría o estaban raídas y viejas, o eran espantosas.
Cuando se instaló en aquella casa y bajó todo aquello que no le gustaba descubrió algo que ni estaba roto ni era feo... un cuadro que tenía pintado un buzón rojo. Tenía algo que le llamaba la atención. Parecía que la boca de aquél buzón estuviera sonriendo, y que los golpes que tenía pintados encima de la boca fueran como pequeños ojos que la miraban.
Pensó que si le dijera a cualquiera que tenía en casa un buzón que la miraba sonriente la encerrarían en lo que se tarda en contar hasta tres.
Limpió el cuadro con sumo cuidado de no romperlo, lo subió a la planta baja de la casa y lo colgó en la entrada. Ahí quedaría perfecto.

-¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien? He venido todo lo rápido que me ha dejado el tráfico del centro.- Heracles entró en la casa sofocado, pensando que le había pasado algo a su amiga y que había llegado tarde.
Se paró, en la entrada faltaba algo. Oía voces en la sala de estar. - ¿Con quién estará hablando?.-

- Yo sólo te digo que el mensaje de la OMCPS ya ha sido entregado, así que no me entretengas más, zanahoria. Ya te he dicho que la OMCPS vendrá a visitarte el día 30 de Febrero a las 00:70h para informarte del correcto uso de la magia, zanahoria. Y ya está, me voy. Hasta el próximo mensaje.

- ¿Lo has visto? Dime que has visto hablar al buzón, dime que has visto que hablaba y me miraba.- Águeda se dirigió a su amigo, estaba petrificado.
- Si esto es otro de tus embrujos... creo que no deberías haberme llamado, porque estaba en una reunión muy importante y he salido de allí como alma que lleva al diablo y no he dicho ni adiós.
- ¡No, no es ningún embrujo mío! He pasado por la entrada para ir al sótano y ha empezado a hablar el cuadro. Ha dicho eso de que la OMPCS vendrá a casa el 30 de Febrero a las 00:70h y te he llamado...
- ¿Pero qué coño es la OMCPS? ¿Y qué es esa fecha y esa hora?
- No tengo ni idea... pero no me vayas a dejar sola. Supongo que ahora nos toca esperar.

Continuará...

miércoles, 24 de junio de 2009

La extraña aventura de Águeda Ivanova - El Gran Ivanov - Capítulo 3

Habitaba entre grandes árboles, en medio de un bosque de la Siberia Central. Nadie sabía de dónde venía, cómo había aparecido allí ni a qué se dedicaba. Bajaba a la aldea pocas veces, cuando se cansba de hablar con su imaginación o necesitaba la compañía de alguna joven. Sergey Ivanov despertaba una gran curiosidad.

Por lo que él recordaba, siempre había vivido en el bosque, había nacido de él y él era quien le había cuidado desde que existía.
A pesar de no haber visto ningún ser como él hasta los 12 años, sabía hablar perfectamente y tenía una excelente educación.
Pasaba los días entre árboles, musgos y líquenes que parecía le otorgaban todo lo que se le antojaba.
Un día, cuando todavía era un crío, pensó que necesitaba una cabaña, alzó los brazos, cerró los ojos y sus labios susurraron palabras que jamás había pronunciado, en alguna lengua del este. Hizo aquello como si fuera instintivo, como si fuera un acto reflejo. Al volver a abrir los ojos vió delante de el una gran cabaña, con un fuego en el interior para pasar las frías noches cobijado, una cómoda cama y una mesa con banquetas.

A la edad de 25, era un hombre que imponía nada más verlo. Alto y muy fuerte, con el pelo más negro que la oscuridad y unos ojos tan claros como la nieve.
Un día al volver a su cabaña, después de haber conocido en la aldea a una turista pelirroja, se encontró con varios "seres" sentados sobre el aire. Era todo tan raro... Uno de ellos, parecía tener algo celestial, como si fuera un ángel. Otro, era una criatura pequeña, con orejas y nariz puntiagudas, otra tenía unas alas pegadas a la espalda y otro llevaba un gorro muy raro.
- Entiendo que nos mires así, jamás has visto a nadie como nosotros. Pero entra y te explicaremos quienes somos y que hemos venido a hacer aquí.- A Sergey le había parecido ver como hablaba esa nariz tan puntiaguda.
- Somos los miembros de la Organización Mágica de Control de Poderes Sobrenaturales, y hemos venido a advertirte de que lo que haces no está nada bien.- El ángel parecía algo enfadado, penso Ivanov.- Derrochas magia por capricho, siempre que se te antoja algo lo adquieres a través de la magia, sin pararte a pensar en que quizá podrías obtenerlo de un modo manual. La magia no está para satisfacerte en todo, hay cosas que puedes hacer por ti mismo. Hay que ser muy prudentes. Ten toma, coge el Reglamento de la Magia y no vuelvas a infringir ninguna de estas leyes.
- ¿Que sois los miembros de la qué? ¿Magia? ¡¿Pero de qué habláis?! ¡¡Yo no hago magia!! Yo tengo lo que quiero porque me lo da el bosque, igual que me dio la vida.- A Ivanov no le gustaba que le hablaran así - ¿Cómo os atrevéis a entrar en mi casa y decirme que lo que hago está mal y que debo hacerlo de otra forma?
Cayó un rayo tan fuerte, que los cuatro seres se tambalearon en el aire. Se miraron entre sí y desaparecieron.

Ivanov estaba furioso, estaba tan furioso que no podía parar de pensar en todas las desgracias que le podían caer a esos cuatro intrusos. Pensaba en rayos, en aguas torrenciales y en ventiscas, y todo aquello que pensó ocurrió. Y eso le ponía más furioso.
Salió de la cabaña y se alejó lo más que pudo. Se dirigió al claro en el que él se vió a si mismo la primera vez, y le habló al enorme árbol que allí había, y pensó que le contestaría y el árbol le contestó.
¿Por qué se cumplía todo lo que el pensaba? ¿Era cierto lo de la magia?
Pensó en terremotos, en grandes volcanes escupiendo lava, en sequías eternas, en una gran nube tóxica que matara a este maldito planeta y le dejara morir tranquilo. Lo pensó, y todo aquello ocurriría, el vió como iba a ocurrir todo lo que había pensado.
Decidió que no podía pensar más, que no quería pensar más. Y desapareció.

- Nos ha condenado a muerte - Jo, estaba entristecido.
- Debemos alertar a los gobiernos, hay que prevenir a la humanidad de lo que se nos avecina.- La pequeña Yedra estaba desolada.
- Él mismo se creó, y el mismo se destruyó.- Concluyó Salvia.

Continuará...

lunes, 22 de junio de 2009

La extraña aventura de Águeda Ivanova - La OMCPS - Capítulo 2

El pequeño Jack, el Duende de la Riqueza siempre llegaba tarde a las grandes citas.
Llegó tarde al nacimiento de la Organización Mágica de Control de Poderes Sobrenaturales (OMCPS) cuando él sólo era un niño, llegó tarde a la asignación de Varitas y Escobas de la misma organización cuando fue nombrado miembro, llegó tarde a la función de Navidad de sus hijos y llegaría tarde a la importantísima reunión que había convocado con máxima urgencia la OMCPS.

La OMCPS era la sede terrestre del Gobierno de todas las criaturas que poseían poder mágico en el planeta. Su objetivo era que todos aquellos que tuvieran magia en la sangre, ya fueran enormes hombres de las nieves, como diminutos diablillos saharianos, la utilizaran de forma correcta, sin dañar a nadie y con la máxima precaución.
La OMCPS la formaban los miembros más ancianos de todas las especies mágicas. Jack, poseedor de la Varita y la Escoba de la Riqueza, era el duende más anciano que existía. Vigilio poseía la Varita y la Escoba de la Sabiduría; él era el más anciano de los ángeles. Yedra, la más anciana de todas las hadas, poseía la Varita y la Escoba del Amor. El más anciano de los gnomos, Jo, poseía la Varita y la Escoba de la Bondad. Y Salvia, la más anciana de los elfos, era la dueña de la Varita y la Escoba del Poder.

Todos ellos habían decidido convovar una urgente reunión. Estaba pasando algo que no podían permitir: ese derroche de magia, el conocimiento que semejantes hechizos requerían, los sentimientos que en ellos se podían ver y sobre todo el poder que demostraba la artifice de todo ello.
Los medidores de todas las Varitas y Escobas no alcanzaban esos niveles desde que Ivanov desapareció del mapa.
- Debemos hablar con ella, tenemos que saber dónde ha aprendido y quién le ha enseñado - decía Vigilio, muerto de envidia de que alguien fuera mucho más sabio que él. - Y también tenemos que darle el Reglamento de la Magia, esa chica descontrolada no debe ir por ahí haciendo gala de lo que es capaz... ¡Hay que ser prudente!
Todos asentían a lo que decía el Ángel de la Sabiduría.
- Calma, seguro que esta joven debe tener una buena explicación - concluyó Salvia. - Lo mejor será vigilarla un tiempo. Todavía recordamos todos lo que sucedió cuando quisimos controlar a aquél, al darnos cuenta de la magia que tenía. Tenemos que tener paciencia.
Justo al terminar de hablar Salvia, entró Jack en el Gran Salón de las Reuniones y se sentó jadeando.

Todos tenían en la mirada un ápice de temor... Ivanov hizo gala del gran poder que tenía cuando le impusieron unos límites...

Continuará...

sábado, 20 de junio de 2009

La extraña aventura de Águeda Ivanova - Comienza la ventura - Capítulo 1

En la casa de la vecina de enfrente siempre pasaban cosas raras.
Cuando pasabas por la puerta y mirabas hacia la ventana con el rabillo del ojo, siempre veías sillas apartándose al paso de escobas embrujadas, balletas empapadas frotando cristales, cacerolas con cucharas girando en algún potaje y agujas remendando viejas prendas.
Era todo fascinante, cualquier persona con algo de imaginación daría lo que fuera por entrar a ver todas aquellas maravillas.
Pero en realidad, cuando veían a la artifice de toda esa magia intentaban cambiarse de acera, no cruzar la mirada y aguantar la respiración.
Águeda Ivanova siempre había causado esa impresión; desde que ella recordaba, todo el mundo la había evitado. Pero no sabía porqué. Físicamente no era fea, ni desagradable a la vista. Y nunca nadie se había molestado en conocerla realmente.
Ella vivía con Sócrates, un fabuloso gato persa, negro como el azabache, que le habían regalado hacía tres años. Había heredado su magia de uno de los muchos amantes que tuvo su madre y nunca hacía nada por ocultar sus asombrosos poderes.
Se dedicaba a poner voz a apasionadas novelas radiofónicas que grabada desde su casa y mandaba por internet a su único amigo y jefe Heracles Quirós.
Vivía feliz, sin más preocupaciones que los demás seres humanos e ignorando la que se le avecinaba.

Continuará...

jueves, 18 de junio de 2009

Fusa

Soñó con que podría ir dónde quisiera, cuándo quisiera y con él a su lado. Y lo hizo.
Morena o rubia, de bolsillo y figura delgada, Fusa soñaba siempre con todo aquello que podía hacer si le viniera en gana.
Y un día lo hizo.
Le vino en gana atarse a alguien, porque sí, porque no tenía a quién darle explicaciones y ella quería hacerlo. Y se ató diez años, o más, y vivió ese tiempo feliz de dar todas las explicaciones que ella quiso dar. Pero se cansó de que la atadura sólo fuera de palabra, y él se cansó de las explicaciones y un día se dejaron y sufrió.
Así que Fusa volvió a hacer lo que se le venía en gana.
Le vino en gana irse a la Costa del Agua Caliente a renovar el amor perdido durante diez años (o quizás más, ella había perdido la cuenta). Y lo renovó, volvió a sentir la pasión de los comienzos , el desenfrenado sentir de otras caderas y el dolor de la separación... Nada es eterno. Fusa sufrió.
Pero ella no se rindió, y siguió haciéndo lo que se le venía en gana.
Le vino en gana volar a mundos tropicales. Voló al lugar más tropical de todos y encontró alguien allí. Se entregó de nuevo y de nuevo sufrió.
Y allí se dió cuenta de algo que nunca se había atrevido pensar: no necesitaba a nadie a quién dar explicaciones, ni a nadie para renovar lo vivido. Sólo se necesitaba a ella misma, porque ella era fuerte y podía con todo lo que se le pusiera por delante.
Y volvió, para hacer lo que se le viniera en gana, pero esta vez sólo consigo misma.
Y nunca más volvió a sufrir.

sábado, 13 de junio de 2009

Recuerdo

Una de las muchas canciones que me emocionan nada más sentir los primeros acordes, Recuerdo, de Ismael Serrano.



Con el paso de los años todo se vuelve monotonía y rutina; te levantas a la misma hora, desayunas con los ojos cerrados y el pensamiento en la almohada, subes al metro y te vas a trabajar, de lunes a viernes, todos los días, semana tras semana, mes tras mes…

Pero puede que algun día se abra una ventana hacia el cambio…

Un día te encuentras con alguien que habías olvidado, y empiezas a recordar… tus sueños de entonces, tus miedos, tus anhelos, el miedo o incertidumbre que causaba pensar en el futuro. Entonces sólo importaba el presente, el ahora, el sentir el sentido de cada instante.
Y piensas que no debiste echar a ese alguien de tu vida, de repente piensas que si hubieras estado con esa persona, tu vida ahora no sería rutina.
Pero ahora, mirar al pasado da el mismo miedo que daba mirar al futuro entonces.

Decides saludar, con más esperanza que certeza, pensando que no puede haberse olvidado de ti.
Pero no todos somos tan valientes de recordar aquello vivido
Esa persona decide que no se acuerda de ti… engañándose a si misma.
Y tú, te sientes cansado, viejo, dispuesto a seguir en esa monotonía que has intentado romper en un instante.

viernes, 12 de junio de 2009

Jane Eyre


Jane Eyre es una de mis novelas favoritas.

Escrita por Charlotte Brontë en 1847, trata sobre la vida y desgracias de una pobre huérfana, fea, pobre y sin nadie a quién acudir.

Basada en las experiencias de soledad, nostalgia y aislamiento que vivió la autora durante su estancia en Bruselas, abunda en largas descripciones de grandes paisajes de la vieja Gran Bretaña, amores pasionales e imposibles y reecuentros con familiares desconocidos.
Típica novela romántica, de las que se leen al calor de un brasero de picón en días de lluvia.

Pero esta novela encierra algo: presenta una descripción de las problemáticas femeninas de la época y las inquietudes.
Una autora adelantada a su tiempo, es una buena definición para Charlotte Brontë, quien tuvo que publicar en un principio bajo un seudónimo masculino.

Existe también una gran película basada en esta novela. Pero como pasa siempre, es más recomendable leer que ver.
Recomiendo esta novela a todos aquellos que les guste la lectura romántica, y a los que no les guste, ya que es una novela que encierra algo más que amores y lágrimas.

jueves, 11 de junio de 2009

El primer retal.

Hoy quería crearme otro blog... un blog diferente al otro, un blog que nadie conocido supiera que tengo.
Un blog que cambie su presencia cada vez que a mí se me antoje, que cambie los colores, la música, las fuentes, los espacios y todo aquello que deje cambiarse.
Un blog en el que poner todo aquello lo que se me pasa por la cabeza, sin pararme a pensar si es digno de ponerlo en un blog, entrar y empezar a escribir lo que vaya pasando por mi mente.
Un blog dónde escribir sobre mis gustos, la música, la literatura, los programas de televisión, los cuadros; dónde decir lo que pienso en el instante.
Un blog al que entrar simplemente porque me apetezca entrar, dónde publicar simplemente porque me apetezca publicar.
Sin presiones...
Con calma...